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sábado, 30 de enero de 2010

a cara o cruz


Amanece.

La luz rosácea de la salida del sol me despierta entre mi cúmulo de cojines naranjas de terciopelo. El cenicero, lleno de colillas de anoche. Traté de recordar todo cuanto había hecho y dicho, cada sensación, cada olor, cada abrazo, cada silencio.

El viernes de la perfección, girando a duras penas con la dirección del seiscientos blanco, en busca, a las tres de la mañana, de la niña de la curva; pequeña obsesión enfermiza de mi amor.

Pueblos de dios sabe donde, lluvia, lluvia y más lluvia, oscuridad, y el calor de sus manos. Todo aquello que m gusta de él, salió a flor de piel. Pude pasar la velada más extraña de mi vida, pero una de las mejores llena de momentos para no olvidar.

Tras unas 25 infracciones de tráfico por Mieres en un seiscientos, nos tomamos la libertad de sentarnos en una parada de autobús, del más cutre de todos los pueblos que encontramos, pero en ese momento, era un lugar perfecto.

- vida tengo frio, vamos nos...
- mmmm...no nene, está llovindo mucho, espera que pare.
- vale.
- vamos por la vieja para Oviedo?
- no no, vamos por donde vinimos
- lo hechamos a cara o cruz?
- vale, yo digo cruz... no! digo cara!
- mmmm... vale!
...
- ja! cruz!! ^^
- ves, he ganado vida!

Nos sumergimos en un profundo y largo beso, abrazados, en silencio, deseando que ese momento no acabase; perfecto es poco.

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